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jueves, 17 de junio de 2010

Real del Monte, ejemplo de que ciudadanos pueden movilizarse y desplazar cacicazgos



- Dos hermanos deciden romper con cacicazgo en el Real

- Ciudadanos, y no políticos,los motores del progreso

- Si Real del Monte pudo... Hidalgo ¡también!


Los hermanos Reyes y Jorge Acosta son jóvenes comerciantes que no habían conocido jamás otro gobierno que no fuera el del PRI. Cansados de la cínica rotación de puestos a la que juega el mismo grupo enquistado en el poder, y deseosos de adueñarse del destino político de su demarcación, decidieron un día que ya, que Real del Monte debía despertar y cambiar.

Para dos jóvenes que sí pasaron por la universidad, la administración pública local requería una urgente profesionalización. “Para empezar, queríamos a las personas ideales en cada puesto: un ingeniero civil en obras, una licenciada en turismo al frente de esta oficina; cada cosa en su lugar”, ellos estaban seguros de que así las cosas comenzarían a hacerse mejor.

Ciudadanos al poder

El sistema electoral mexicano, lo saben muy bien personas como los hermanos Acosta o Xóchitl Gálvez, no permite a los ciudadanos contender por puestos de elección sin el sustento de un partido político. Entonces, igual que Xóchitl, Reyes y Jorge se pusieron a pensar qué partido se interesaría en cambiar, para mejorar, la vida política del Real. Ellos decidieron que Acción Nacional era una opción práctica para sus fines, porque si bien nunca había sumado 300 votos en una elección, tampoco tenía cola que le pisaran.

Decididos, fueron a buscar al presidente del comité municipal y le explicaron su interés en cambiar la realidad del municipio, en transformar la demarcación, en transparentarla. Él aceptó y, bueno, tuvo que ser el candidato a presidente municipal, porque Jorge y Reyes no cumplían el requisito de edad.

Una buena idea, convenció a toda la gente

Con un nombre como bandera y un sueño como meta, sin recurso para más que gasolina, Reyes y Jorge se allegaron de unos cuantos íntimos amigos “pues en total éramos diez”, señala Jorge. Y se lanzaron los diez a tocar las puertas de los vecinos. Primero, de los amigos, luego de los más chavos. Las personas se sorprendían por ver a sus jóvenes vecinos planteando ideas y metas conectadas con su realidad cotidiana, porque la norma en el Real es que llegue gente de Pachuca a organizar mítines con discursos calcados de otras demarcaciones.

Los políticos felizmente no los pelaron

Felizmente para los hermanos Acosta, su proyecto no despertó demasiada expectativa en los centros de decisión partidista, porque nunca nadie llegó a decirles cómo hacer las cosas. “En realidad ni nos pelaron”, relata Reyes. Cuando las personas les abrían la puerta, “les decíamos que podíamos hacer un cambio. Muchos no creían que fuéramos a ganar. Nosotros nunca dudamos. Incluso le dije a un compañero: ‘si piensas que no vamos a ganar, por favor vete de una vez’.”

Los limitados recursos no los amedrentaron. Ellos se planteaban que Real del Monte no es tan grande como para no poder visitar cada casa. Aun así, cada uno debía visitar a unos mil cien realmontenes. Además de las visitas domiciliarias, pudieron hacer algunas promociones del voto y pequeñas avanzadas, porque les pagaban con pastes a los brigadistas, y la gente que comenzaba a creer les ayudaba con gasolina y tamales.

Cansados de los politiquillos priistas

El candidato priista repartió láminas, muebles, cemento, bicicletas y dinero en efectivo, pero la gente ya estaba harta de que las mismas personas se rolaran los cargos sin pudor alguno. Aunque su enojo no era nuevo, siempre habían creído imposible derrocar al PRI en la mismísima tierra de Jesús Murillo, en la ciudad que él mismo había remodelado.

Para el cierre de campaña, cada quien puso una chalupera, una ollita de café y pastes. Nadie los patrocinó. El PAN les dio 20 mil pesos. La esperanza, sin embargo, se sentía entre los votantes que ansiosos aguardaban el día de la elección.

¡Y ganaron... SÍ SE PUEDE!

“En el Real somos como 11 mil. Ese año alcanzamos 56 por ciento de las votaciones. La administración pasada había ganado con 11 por ciento de la votación total. Nosotros ganamos con 23 por ciento”, relató Jorge. Los que nunca votan salieron a votar porque dos hermanos construyeron para ellos una alternativa de vida.

Los hermanos Acosta bien podrían haber conseguido un empleo en Pachuca o en la Ciudad de México, bien podrían haber dejado a su municipio sumido en la misma realidad que habían conocido y lanzarse a materializar otra gran meta. Pero dentro de ellos, una inquietud fue creciendo hasta estallar, hasta llevarlos a levantarse de sus sillones y salir para cambiar el mundo empezando por su propia casa.

Y ganaron, aunque muchos pensaron que no lo harían.

* Foto tomada de mexicovacationstravel.com

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